Dependencia a las benzodiacepinas y riesgo de suicidio.

Abstract

Las benzodiacepinas (BZD) todavía se recetan extensamente casi 50 años después de su introducción, primeros como ansiolíticos y luego como hipnóticos (1). Esto ocurre a pesar de la creciente preocupación por sus efectos no deseados, la dependencia secundaria y el potencial de abuso (2). Dichas preocupaciones se han expresado durante más de 30 años, en cualquier campo de su uso. En 1980, el Comité del Reino Unido sobre la Revisión de la Medicine emitió un comunicado que advirtió sobre el uso excesivo de benzodiacepinas, enfatizando particularmente respecto a la duración del tratamiento (3). Más recientemente, una revisión exhaustiva del tratamiento de los trastorno de ansiedad (TAG) declaró que aunque las benzodiacepinas eran eficaces en el tratamiento del TAG, ya que ofreció un rápido alivio de los síntomas; los efectos adversos como la sedación y el deterioro psicomotor, generalmente fueron leve, no obstante, no se recomendó su uso a largo plazo debido a preocupaciones sobre la dependencia y síntomas de abstinencia (4,5). Los efectos adversos de las benzodiacepinas se han evaluado muchas veces. Evidencia sobre los problemas abstinencia y de dependencia también están bien documentados (6). La efectividad y la seguridad de las benzodiacepinas han sido llamadas a juicio en más de una ocasión, a pesar del tiempo prolongado de su uso. El suicidio es un aspecto delicado que está fuertemente relacionado con el uso de las BZD, sobre todo, en la población joven