AUTOMEDICACIÓN GENERADA POR LA PANDEMIA DEL COVID-19 Y SUS POTENCIALES RIESGOS. GLEISY JOHANA BANQUEZ MARTELO UNIVERSIDAD DE CARTAGENA FACULTAD DE CIENCIAS FARMACÉUTICAS PROGRAMA QUÍMICA FARMACÉUTICA CARTAGENA DE INDIAS, D. T. Y C. 2021 AUTOMEDICACIÓN GENERADA POR LA PANDEMIA DEL COVID-19 Y SUS POTENCIALES RIESGOS. GLEISY JOHANA BANQUEZ MARTELO Informe final de Monografía presentada como requisito para optar por el título de Químico Farmacéutico SANTIAGO RAFAEL LORA LEONES. Q.F., Psic., Magister Director del Trabajo UNIVERSIDAD DE CARTAGENA FACULTAD DE CIENCIAS FARMACÉUTICAS PROGRAMA QUÍMICA FARMACÉUTICA CARTAGENA DE INDIAS, D. T. Y C. 2022 Nota de aprobación del jurado ___________________________ ___________________________ ___________________________ ___________________________ Presidente del jurado ___________________________ Jurado ___________________________ Jurado CARTAGENA DE INDIAS, D. T. Y C. 2021 “La Universidad de Cartagena ni el jurado examinador, se hacen responsables de los conceptos emitidos en el presente trabajo”. CARTAGENA DE INDIAS, D. T. Y C. 2021 AGRADECIMIENTOS Inicialmente quiero expresar mi gratitud a Dios por bendecirme cada día, por acompañarme en todo momento, por inspirarme y darme fuerza durante este proceso de obtener uno de los anhelos más deseados. Mi profundo agradecimiento a mis padres Gleisy Martelo y Néstor Banquez que con su esfuerzo y dedicación me permitieron culminar esta carrera universitaria y me dieron su apoyo incondicionalmente. A mis hermanos Wendy Banquez y Néstor Banquez por su amor y confianza. A mis compañeras Gledys, y Erlin porque sin el equipo que formamos, no hubiéramos logrado esta meta. De igual manera agradezco a mi tutor Santiago Rafael Lora quien con su dirección, conocimiento y motivación me orientó durante el desarrollo de este trabajo. A mis evaluadores Yaneth García y Shirley Cavadía, por su disposición y colaboración. También a todos los docentes que con su sabiduría, paciencia y dedicación hicieron posible mi crecimiento como persona y profesional. Finalmente quiero agradecerle a la Universidad de Cartagena, especialmente la Facultad de Ciencias Farmacéuticas por abrirme sus puertas y permitir enriquecerme en conocimiento. LISTA DE ABREVIATURAS AF Atención farmacéutica ARN Ácido ribonucleico COV Coronavirus COVID-19 Enfermedad del coronavirus 2019 EsSalud Seguro social de salud FDA Administración de Alimentos y Medicamentos ICTV Comité Internacional De Taxonomía Viral INS Instituto nacional de salud MERS-CoV Síndrome respiratorio de Oriente Medio MMS Solución mineral milagrosa OMS Organización mundial de la salud OPS Organización panamericana de salud PRM Problemas relacionados con medicamentos RT-PCR Reacción en cadena de la polimerasa con reverso transcripción SARS Síndrome Respiratorio Agudo Grave SARS-COV-2 Síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 UK-NHS Servicio Nacional de Salud del Reino Unido URM Uso racional de medicamentos TABLA DE CONTENIDO RESUMEN ............................................................................................................................................ 1 1. INTRODUCCION........................................................................................................................... 2 2. DESARROLLO ............................................................................................................................... 6 2.1. Características principales del COVID-19. ........................................................................... 6 2.2 Automedicación relacionada con el COVID-19 y sus riesgos potenciales............................... 16 2.3 Educación Sanitaria como medida preventiva para minimizar la automedicación por COVID 19................................................................................................................................................... 28 3. CONCLUSIONES ......................................................................................................................... 31 4. RECOMENDACIONES ................................................................................................................. 32 5. BIBLIOGRAFÍA............................................................................................................................ 33 INDICE DE FIGURAS Figura 1. Estructura del virus SARS-CoV-2............................................................ 7 Figura 2. Representación esquemática del origen del virus SARS-CoV-2. ............ 8 Figura 3. Ilustración gráfica de las principales vías de transmisión del SARS-CoV 2. ........................................................................................................................... 11 Figura 4. Distribución de casos confirmados en Colombia según la edad. .......... 13 Figura 5. Prevalencia de medicamentos que se han automedicado durante la crisis global..................................................................................................................... 27 INDICE DE TABLAS Tabla 1. Características generales de las gotas respiratorias................................. 9 Tabla 2. Listado de medicamentos investigados para combatir el COVID-19. ..... 17 Tabla 3. Listado de medicamentos usados de manera autónoma para combatir el COVID-19.............................................................................................................. 23 RESUMEN La enfermedad del coronavirus 2019 (COVID-19) fue declarada pandemia en marzo de 2020 por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta enfermedad respiratoria es causada por el nuevo síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2), y conlleva la aparición de un conjunto de signos y síntomas clínicos (fiebre, dificultad para respirar, lesiones invasivas de ambos pulmones, fatiga, disnea y la pérdida del gusto u olfato). Al tratarse de una nueva enfermedad, existe una enorme incertidumbre en relación con el origen, el tratamiento y los métodos preventivos, provocando así que la enfermedad sea vulnerable a la manipulación de información con diferentes intereses, la amplificación de rumores, desinformación, y el consumo masivo y rápido de noticias falsas, tanto por la población como por los profesionales de la salud. Como resultado a lo mencionado anteriormente se ha presentado un estímulo colectivo al uso irracional / irresponsable de medicamentos antiinflamatorios, antivirales, antibióticos, entre otros, sin que estuvieran aprobados para esta enfermedad. De esta manera, son múltiples las condiciones y muchos otros factores involucrados promoviendo la práctica de la automedicación impulsada por los medios de comunicación y las autoridades. Esta revisión recopila información relacionada con la enfermedad respiratoria COVID-19, la sintomatología presentada por la misma, los diferentes grupos de medicamentos administrados de manera autónoma por la población y finalmente las estrategias de autocuidado para disminuir la automedicación en la población. Palabras clave: “COVID-19”, "Automedicación", “Sintomatología del COVID-19”, "Pandemia de COVID-19", "tratamiento del COVID-19” 1 1. INTRODUCCION La Comisión Municipal de Salud y Sanidad de Wuhan (provincia de Hubei, China), a finales de diciembre de 2019, notificó a la organización mundial de la salud (OMS) la aparición de un grupo de casos de neumonía de origen desconocido, los cuales se presentaron principalmente en personas que habían estado expuestas en un mercado húmedo mayorista de animales vivos, marisco y pescado ubicado en la ciudad de Wuhan. (Ministerio de Sanidad del Gobierno de España, 2020). Rápidamente, a principios del mes de enero, las autoridades de China establecieron que la causa del brote estaba relacionada con un nuevo tipo de virus que hace parte de la familia coronaviridae, (Ministerio de Sanidad, 2020) el cual fue denominado oficialmente síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2) (Trilla et al., 2020). Posteriormente, el 11 de febrero la OMS anunció que el nombre oficial para la enfermedad ocasionada por el nuevo coronavirus es enfermedad por coronavirus 2019, (COVID-19). (Centro Nacional de Inmunización y Enfermedades Respiratorias (NCIRD), 2021). Debido a la aparición de la enfermedad mencionada anteriormente, el 11 de marzo la OMS declaró la pandemia mundial, por los elevados niveles de propagación de la enfermedad y por la gravedad de la misma (Organización Mundial de la Salud, 2020b), ya que esta empezó a expandirse hacia diferentes provincias de china (como Hubei, Zhejiang, Guangdong, Henan, Hunan, etc.) y ciudades (Beijing y Shanghai), además, el COVID-19 viajó a países como Tailandia, Japón, República de Corea, Vietnam, Alemania, Estados Unidos, Singapur, envolviendo al menos 25 países (Wu et al., 2020), y continentes como Asia, Europa, América, afectando así la salud de muchas personas en el mundo, y como consecuencia, ocasionando muertes incontrolables que hasta la fecha siguen aumentando (Bupa, 2020). Desde que inició la epidemia hasta la fecha se han notificado millones de casos en todo el mundo (Ministerio de Sanidad, 2020), debido a que esta enfermedad tiende a afectar a las personas de cualquier sexo y edad (Ministerio de salud y proteccion social, n.d.), aunque hasta la fecha se han registrado muy pocos casos en niños, ya que esta se presenta con mayor frecuencia en adultos de mediana edad, mayores 2 de edad y en aquellas personas con problemas de salud graves, como afecciones cardíacas, asma, sistema inmunitario debilitado, (Mayo Clinic, 2021) hipertensión arterial, cáncer, obesidad y diabetes, (Organización Mundial de la Salud, 2020c). Las personas que han estado expuestas al SARS-CoV-2 han manifestado que durante la enfermedad del COVID-19, la sintomatología (signos y síntomas) que presentaban era fiebre, dificultad para respirar, lesiones invasivas de ambos pulmones (World Health organization, 2020a), fatiga, disnea, pérdida del gusto u olfato (Rubin & Crowe, 2020) malestar en general, diarrea, náuseas, vómitos y dolores en diferentes zonas del cuerpo (músculos, articulaciones, cabeza, garganta, espalda y pecho) (Özceylan & Altuntaş, 2021). Cabe resaltar estos varían desde aquellas personas con síntomas leves hasta quienes se enferman gravemente (Centro Nacional de Vacunación y Enfermedades Respiratorias (NCIRD) et al., 2021). Por tanto, la aparición del conjunto de síntomas mencionados anteriormente ha conllevado a la administración de diversos medicamentos para tratar la sintomatología que causa el COVID-19 sin que estuvieran aprobados (por agencias regulatorias) para esos fines, e incluso, ha aumentado la práctica de la automedicación (Urrunaga-Pastor et al., 2020), que es definida por la OMS como la selección y el uso de los medicamentos por parte de las personas sin autorización sanitaria, con el propósito de prevenir, aliviar o tratar síntomas o enfermedades leves que ellas mismas puedan identificar (Organización Mundial de la Salud, 1998), y, desde que inició la epidemia esta se ha convertido en un problema de gran relevancia, debido a que en esta época no existía evidencia médica necesaria, había mucha incertidumbre y temor con respecto a la enfermedad y el tratamiento de la misma, lo que provocó que el COVID-19 fuese vulnerable a la proliferación de falsa información, desinformación y desconfianza médica, (Jaiswal et al., 2020), sin embargo, a pesar de la ausencia de un tratamiento, ya se empezaban a administrar diversos medicamentos de manera autónoma (Rojas et al., 2020). Dentro de este contexto, entre las recomendaciones sin evidencia científica que se realizaron por los medios de comunicación se encuentra el uso de la ivermectina y 3 la hidroxicloroquina para la prevención, la solución mineral milagrosa (MMS) de dióxido de cloro, la prednisona y la combinación de lopinavir con ritonavir para tratar la sintomatología ocasionada por la enfermedad, entre otros casos que se observan día a día. Diversos estudios no encuentran beneficios, como el caso de la hidroxicloroquina, donde su uso profiláctico no demostró un beneficio significativo como profilaxis posterior a la exposición para el COVID-19 (Tejada & Medina-neira, 2020), cabe resaltar que muchos de estos medicamentos que se han automedicados tienen reacciones adversas muy riesgosas para la salud entre las cuales se encuentra la prolongación del intervalo QT, miopía, daño retiniano irreversible atribuidos a la hidroxicloroquina, hipotensión e insuficiencia hepática grave, asociadas a la MMS, hipertrigliceridemia, hipercolesterolemia debido a la combinación de lopinavir con ritonavir, entre otras (Gupta et al., 2020), por lo cual requieren de una prescripción médica y, sobre todo, de monitoreo y seguimiento médico (Rojas et al., 2020). Por otra parte, debido a la práctica de la automedicación durante la crisis mundial se hace evidente la necesidad de la educación sanitaria en la población, la cual se considera como un proceso constructivo de promoción y cambios educativos que se enfocan principalmente en mejorar la salud de cada una de las personas (De La Guardia Gutiérrez & Ruvalcaba Ledezma, 2020). Mediante la educación sanitaria se enseñan conductas, se motiva y se ayuda a la población a adoptar y mantener estilos de vida saludables. Teniendo en cuenta lo anteriormente mencionado, la automedicación es un tema muy importante en el área asistencial comunitaria de la Química Farmacéutica, debido a que este profesional es esencial para conseguir la optimización y racionalización del uso de los medicamentos, mediante actividades de educación sanitaria, promoción de la salud y prevención de la enfermedad, atención farmacéutica personalizada, indicación farmacéutica, seguimiento fármaco terapéutico, entre otras, (Agamez, 2020) (Agamez, García, 2020) garantizando así, el objetivo terapéutico con los menores riesgos posibles de aparición de efectos no deseados y el mayor grado de efectividad de los medicamentos, (Carranza, 2002) 4 y de esta manera contribuir para mejorar la calidad de vida de las personas y la comunidad. Como una contribución al estado del arte, el objetivo de esta revisión es proveer a los lectores con información suficiente obtenida mediante una revisión profunda y sistematizada de la literatura científica sobre los medicamentos que se están utilizando, automedicados, contra el COVID-19 o su sintomatología, sus potenciales riesgos, y adicionalmente, algunas estrategias educativas para la promoción del uso racional de medicamentos y así evitar esta automedicación a nivel global y en Colombia. 5 2. DESARROLLO 2.1. Características principales del COVID-19. En la década de los 60 fueron descubiertos los coronavirus (CoV) (Umakanthan et al., 2020) por el grupo de estudio de coronavirus del Comité Internacional de Taxonomía Viral (ICTV) y en 1975 establecieron como tal la familia Coronaviridae, la cual contiene patógenos que infectan a seres humanos, a otros mamíferos y especies de aves (V’kovski et al., 2021). Cada uno de los virus que hacen parte de esta familia están asociados con enfermedades de diversa intensidad, y muchas de estas tienden a no presentar síntomas en la persona infectada. (Escoba et al., 1991). Los Coronavirus son virus de ácido ribonucleico (ARN), (Umakanthan et al., 2020) caracterizados por tener en su superficie proyecciones prominentes o espigas que sobresalen en forma de pétalo o de pera, (largo de 17 y 20nm desde la parte superficial del virión) (Instituto Nacional de Salud Pública, 2020) dichas espigas corresponden a la proteína S (se aprecia en rojo), la cual se encarga de mediar la entrada a la célula blanco, en amarillo se observa la proteína de envoltura (E) que participa principalmente en el proceso de ensamblaje del virus y en violeta se observa la proteína de membrana (M), encargada de darle una forma característica a la partícula viral (figura 1). Los CoV hacen parte del orden Nidovirales que se conforma por las familias Arteriviridae, Mesoviridae, Roniviridae y Coronaviridae, las cuales comparten similitudes en la organización de su genoma, diferente estrategia de replicación y además conllevan a la aparición de una serie de enfermedades, entre las que se encuentran neumonía, enfermedad reproductiva, enteritis, hepatitis, encefalomielitis, nefritis, poliserositis y otros trastornos (Escoba et al., 1991). La familia Coronaviridae está constituida por dos subfamilias Torovirinae donde se incluyen dos géneros, Bafinivirus y Torovirus y la subfamilia Coronavirinae donde se incluyen cuatro géneros (Díaz-Castrillón & Toro-Montoya, 2020), Alpha y Betacoronavirus, los cuales se originan en el grupo de animales mamíferos (principalmente murciélagos), (Josè Eduardo Oliva Marin, 2020) además se estima que ocasionan enfermedades graves que incluso pueden llegar a tener un final fatal 6 en los humanos (Escoba et al., 1991) y por otra parte los géneros Delta y Gammacoronavirus, que se originan principalmente en cerdos y aves; a diferencia de los otros, cuando los humanos se contagian con estos virus presentan enfermedades asintomáticas o incluso leves (March & Erkoreka, 2020). En el género Betacoronavirus se encuentran los coronavirus SARS-CoV-1, SARS-CoV-2 y MERS-CoV, todos zoonóticos (V’kovski et al., 2021). El orden de los CoV se muestra en amarillo, las familias en azul, las subfamilias en verde, los géneros en morado y los virus zoonóticos en rosado. En negrilla se encuentra el origen del nuevo virus que ocasionó la pandemia mundial en 2019, es decir, el SARS-CoV-2 responsable del COVID-19 hace parte del orden Nidovirales, la familia coronaviridae, la subfamilia coronavirinae y el género Betacoronavirus (figura 2). Figura 1. Estructura del virus SARS-CoV-2 Fuente: Tomado de Dan Higgins / EFE. 7 Figura 2. Representación esquemática del origen del virus SARS-CoV-2. Fuente: Adaptado de (Escoba et al., 1991), (Díaz-Castrillón & Toro-Montoya, 2020), (Josè Eduardo Oliva Marin, 2020), (March & Erkoreka, 2020) y (V’kovski et al., 2021). En el año 2003 se notificaron más de 8.000 casos del SARS-CoV-1 en 27 países con una letalidad del 10%. Desde 2012 el MERS-CoV ocasionó más de 2.500 casos en 27 países, con una letalidad del 34% (Ministerio de Sanidad, 2020). A finales del año 2019 se presentó el nuevo coronavirus conocido como SARS-CoV-2, el cual ha ocasionado 4,6 millones de muertes a nivel mundial hasta la fecha (Ministerio de salud y proteccion social, 2021). El nuevo SARS-CoV-2 originó la pandemia mundial en el año 2019, (Organización Panamericana de la Salud, 2020) debido a que el virus empezó a propagarse en Wuhan (provincia de Hubei, China) y se extendió a diferentes partes del mundo, ocasionando la enfermedad por coronavirus 2019 conocida como COVID-19, donde “CO” hace referencia a corona, (una característica de la superficie del virus), “VI” quiere decir virus y la “D” que en inglés es “disease” y significa enfermedad (UNICEF, 2021). El COVID-19 se caracteriza por ser una enfermedad infecciosa (Chan et al., 2020), que se transmite de una persona a otra a través de las gotas de Flügge, núcleos 8 goticulares o aerosoles (Ministerio de Salud (MINSA), 2020) emitidos por una persona infectada (con el SARS-CoV-2) al realizar diversas acciones como hablar, estornudar, toser o cantar (Organización Mundial de la Salud, 2020e) en frente a otra persona susceptible, quien al estar en un espacio no mayor a un metro de distancia (World Health organization, 2020b) inhala esas secreciones contaminadas, las cuales llegan directamente hasta las vías respiratorias superiores, inferiores (Ministerio de Sanidad, 2020) y a las conjuntivas oculares (Alejandre García et al., 2020). Existen evidencias que muestran altas posibilidades de contagio del SARS-CoV-2 en espacios cerrados y mal ventilados con personas aglomeradas, en menos de 1 metro de distancia, sin la protección facial correspondiente y expulsando las secreciones respiratorias, llevándose a cabo de esta manera la contaminación del ambiente y convirtiendo de este la vía aérea (por los aerosoles) una de las principales donde se produce la transmisión del virus (Vargas Marcos et al., 2020). En la Tabla 1 se describen las características generales de las gotas respiratorias grandes y los aerosoles. Las gotas son secreciones de pequeño tamaño que expulsan las personas por la boca (a través de la saliva) o nariz (a través del moco) cuando realizan diversas acciones como gritar, hablar, cantar, toser o estornudar. Hay dos tipos, gotas de Flügge que también se le conoce como gotas respiratorias grandes (respiratory droplets, en inglés), de tamaño que oscila entre 5 - 10 µm y aerosoles, pequeñas gotas o núcleos goticulares (droplet nuclei, en inglés), de tamaño inferior o igual a 5 µm. Tabla 1. Características generales de las gotas respiratorias. Referencia Nombre Gotas respiratorias grandes (respiratory droplets). Pequeñas gotas o aerosoles (droplets nuclei). (Ministerio de Sanidad, 2020) Tamaño > 5 µm < 5 µm (Guerrero et al., 2020) (Medina et al., 2021) Suspensión No quedan suspendidas en el aire. Permanecen suspendidas en el aire por largos períodos de tiempo. (Tejada & Medina-neira, 2020) 9 Generación Se generan al toser, estornudar, hablar o cantar. Se generan por evaporación de las gotas, cuando se habla o se respira. (Vargas Marcos et al., 2020) Forma de contagio Al inhalar gotas (boca, nariz, ojos) que expulsa una persona infectada. Al inhalar núcleos goticulares (boca, nariz, ojos) que expulsa una persona infectada. (Organización Mundial de la Salud, 2020e) Vía de transmisión Transmisión Aérea o transmisión por fómites Transmisión Aérea o transmisión por fómites (Ministerio de Sanidad, 2020) Lugar de transmisión Espacios cerrados y abiertos Principalmente espacios cerrados (Medina et al., 2021) Distancia de transmisión Hasta 2 metros Hasta 11 metros (Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias - Grupo de infecciones en urgencias, 2020), (Medina et al., 2021) Riesgo de contagio Mayor Menor (Vargas Marcos et al., 2020) Fuente: Adaptado de (Ministerio de Sanidad, 2020), (Guerrero et al., 2020), (Medina et al., 2021), (Tejada & Medina-neira, 2020), (Vargas Marcos et al., 2020), (Organización Mundial de la Salud, 2020e) y (Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias - Grupo de infecciones en urgencias, 2020) El contagio también se puede presentar de forma indirecta a través de las manos, por las secreciones respiratorias que expulsan las personas infectadas (Umakanthan et al., 2020) y llegan a superficies u objetos, haciendo que la carga viral permanezca en ellos, y así, la persona susceptible al entrar en contacto con los objetos que tienen el virus tienden a contagiarse al llevarse las manos a la boca, la nariz o las conjuntivas oculares, presentándose de esta manera una transmisión por fómites (Alejandre García et al., 2020). Se ha evidenciado que la principal vía de transmisión del virus es por medio de las gotas respiratorias grandes y el contacto, sea directo (a través de las manos) o indirecto (a través de fómites). Por otra parte, en espacios cerrados y mal ventilados, la fuente primaria de contagio son los aerosoles, principalmente si la persona expuesta permanece largos periodos de tiempo en el ambiente cerrado con la persona infectada o sin ella (Organización Mundial de la Salud, 2020f) (Meyerowitz et al., 2021). En la figura 3 se muestran las principales vías de transmisión del virus. Se muestra cómo una persona infectada puede transmitir el virus a través de la vía 10 aérea por medio de las gotas de Flügge (permanecen alrededor de 30 minutos en el aire en suspensión), núcleos goticulares o aerosoles (los cuales deben tener virus viales en cantidad suficiente para poder infectar), contacto directo (manos) y fómites (superficies contaminadas), a una persona susceptible, que se infecta al inhalar las secreciones por la boca, ojos o nariz en menos de 1 metro de distancia. Figura 3. Ilustración gráfica de las principales vías de transmisión del SARS-CoV-2. Fuente: Adaptado de (Umakanthan et al., 2020), (Alejandre García et al., 2020), (Meyerowitz et al., 2021) y (Organización Mundial de la Salud, 2020f). Dependiendo del tipo de superficie, factores ambientales (incluidos la humedad, la temperatura, la calidad del aire) y el entorno, es posible detectar durante ciertos periodos de tiempo (que oscilan desde horas hasta días) el ARN vírico o los viriones del SARS-CoV-2 viables (Organización Mundial de la Salud, 2020e) presentes en las superficies contaminadas mediante la prueba reacción en cadena de la polimerasa con reverso transcripción (RT-PCR, del inglés reverse transcription - polymerase chain reaction), (Hammer et al., 2010) determinando elevadas concentraciones de partículas principalmente en espacios sanitarios donde se brindó asistencia (Organización Mundial de la Salud, 2020e) o se realizaron procedimientos médicos a personas con COVID-19. Algunos estudios 11 experimentales permitieron identificar en pocas ocasiones virus viable en superficies como plástico, papel, cartón, acero inoxidable, cobre, madera, vidrio, mascarillas quirúrgicas, ropa, billetes de dinero, cobre y plástico, sin embargo, cuando se ha detectado el virus no se ha logrado cultivar debido a los diferentes procesos de limpieza a los que son sometidos las superficies contaminadas, por lo que hasta el momento no se ha evidenciado algún caso de transmisión por fómites (Ministerio de Sanidad, 2020). Recientemente algunos informes indican que el SARS-CoV-2 puede ser detectado mediante ciertas pruebas en la orina y en las heces de las personas que tienen el virus latente, lo cual puede indicar un riesgo de transmisión fecal-oral, aunque no se han publicado informes relativos a esta vía de transmisión (Alejandre García et al., 2020). Adicional se puede propagar la infección ocasionada por el virus a través del útero por medio de la transmisión vertical, en varios estudios observaron casos donde los recién nacidos eran asintomáticos o presentaban la sintomatología leve ocasionada por el COVID-19 con detección del virus SARS-CoV-2, (Jose Eduardo Oliva Marin & Pleitez Navarrete, 2021), cabe resaltar que es poco frecuente el contagio por esta vía y puede presentarse cuando la madre expulsa secreciones respiratorias contaminadas (Ministerio de Sanidad, 2020) o por medio de los cuidadores enfermos que entran en contacto con el bebé después del parto (Mayo clinic, 2021a); en estudios experimentales se ha podido detectar ARN en la leche materna sin virus viables, lo que indica que de esta manera no se produce la transmisión del virus en el recién nacido (Organización Mundial de la Salud, 2020e). Como bien se ha mencionado anteriormente, el SARS-CoV-2 puede ser transmitido de una persona a otra independientemente de la edad (Ministerio de salud y proteccion social, 2021). Según los reportes de casos encontrados la población menos afectada por el virus es la infantil, sin embargo, los niños que se han contagiado han presentado sintomatología leve e incluso algunos tienden a ser asintomáticos (Mayo clinic, 2021a). Muchos adolescentes, adultos jóvenes y ancianos han sido infectados con el virus, cabe resaltar que el grupo de la población 12 más vulnerable de contagiarse con esta enfermedad son personas con discapacidades, mayores de edad (centers for disease control and prevention, 2021) y personas con el sistema inmunitario deprimido o con ciertas afecciones de salud. En la figura 4 se observan los casos que se han presentado en Colombia según la edad. Hasta la fecha se han confirmado 4.950.253 de casos por COVID 19 en Colombia. Los extremos de la gráfica permiten evidenciar el menor número de casos en niños < de 9 años y ancianos mayores a 90 años con un porcentaje de 3,45% y 0,40% respectivamente. Por otra parte, se evidencia un aumento pronunciado en personas entre 20 – 29 y 29 - 39 años con porcentajes de 21,27% y 22,43% respectivamente. Figura 4. Distribución de casos confirmados en Colombia según la edad. Fuente: En la figura se distribuyen los porcentajes de casos por edad de la población con COVID 19. Esta información fue recolectada de diferentes fuentes bibliográficas (artículos científicos), se calculó el promedio de los valores, se determinaron los porcentajes antes mencionados y posteriormente se graficaron. Elaboración propia. Por otra parte, diversos estudios han demostrado que las manifestaciones clínicas del COVID-19 varían desde la enfermedad leve hasta enfermedad grave o crítico (Umakanthan et al., 2020). Alrededor del 80% de las personas que desarrollan la 13 enfermedad leve se recuperan inmediatamente sin recibir tratamiento hospitalario, el 15% de pacientes contagiados presentan la enfermedad en un estado grave con requerimiento de oxígeno y cerca del 5% llegan al estado crítico con necesidad de atención en cuidados intensivos (Organización Mundial de la Salud, 2020c). El conjunto de signos y síntomas más comunes incluyen fiebre (alta y prolongada), tos seca (a veces se acompaña de hemoptisis) y dificultad para respirar (disnea) (Plaza, 2021). La mayoría de los pacientes presentan fiebre y tos, pero cabe aclarar que estos signos no están presentes en todos los casos (Díaz-Castrillón & Toro Montoya, 2020). Entre los síntomas menores se encuentran dolores musculares (mialgias), fatiga (astenia), dolor de garganta (odinofagia), dolor de cabeza (cefaleas), náuseas o vómitos, congestión nasal, diarrea, perdida del gusto (ageusia), perdida del olfato (anosmia), dolores articulares, abdominales, de pecho, anorexia y lesiones dermatológicas (Padilla Benítez et al., 2020), (Aminjafari et al., 2020), Las complicaciones más comunes que pueden llevar a la muerte de un paciente con COVID-19 son el síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), la insuficiencia respiratoria, la septicemia y el choque séptico, insuficiencia multiorgánica (Umakanthan et al., 2020), lesiones cardiacas, daño renal agudo, y daño hepático (Organización Mundial de la Salud, 2020c). Las personas mayores y/o las personas con ciertas comorbilidades, como diabetes, hipertensión, enfermedad renal crónica, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) (Universidad Anáhuac, 2021), obesidad, afecciones cardiacas o cáncer, tienen mayor riesgo de desarrollar un cuadro grave y en peor instancia la muerte (Organización Mundial de la Salud, 2020c). Debido a la sintomatología mencionada anteriormente ocasionada por el COVID-19 muchos científicos se han dedicado a la búsqueda y desarrollo de tratamientos apropiados, eficientes y seguros para contrarrestar el COVID-19 (Kouznetsov, 2020), sin embargo, los resultados de las investigaciones no han sido relevantes (Santos-López et al., 2021). No obstante, en las instalaciones hospitalarias los pacientes eran sometidos a la terapia de soporte.El Servicio Nacional de Salud (UK- 14 NHS) aconsejó el uso principalmente de paracetamol e ibuprofeno para reducir la inflamación, y posiblemente la fiebre (Oliva Marín, 2020). Aquellos pacientes que presentaban insuficiencia respiratoria debido a la enfermedad eran sometidos oxigenoterapia o a otros métodos de asistencia mecánica respiratoria, acorde con las necesidades de cada uno (Díaz-Castrillón & Toro-Montoya, 2020). En pacientes con mala evolución o factores de riesgo se planteó el tratamiento farmacológico (con ribavirina, combinación de lopinavir/ritonavir, remdesivir, cloroquina, hidroxicloroquina, dexametasona) (Díaz-Castrillón & Toro-Montoya, 2020) de manera empírica para condicionar la respuesta inmunitaria y combatir el SARS CoV-2 (García-Salido, 2020) sin que estuvieran aprobado. 15 2.2 Automedicación relacionada con el COVID-19 y sus riesgos potenciales. La automedicación es un fenómeno muy común en Colombia y en el mundo (Serrano, 2019). En los tiempos de crisis global por la pandemia, muchas personas optaron de manera indiscriminada por automedicarse (Navarrete-Mejía et al., 2021) debido a la necesidad de prevenir el contagio por el SARS-CoV-2 causante del COVID-19 (Organización Panamericana de la Salud, 2021a). La OMS establece que la automedicación es un componente del autocuidado, el cual hace referencia a la selección y el uso de medicamentos para prevenir, aliviar y tratar la sintomatología ocasionada por una enfermedad (Organización Mundial de la Salud, 1998). Existen diferentes factores entre los que se encuentran la dificultad de respuesta de salud ante la pandemia, las dudas relacionadas con el diagnostico, la disponibilidad de medicamentos sin restricciones, la necesidad de aliviar síntomas antes de acudir a los servicios sanitarios, el miedo y la ansiedad debido a la falta de un tratamiento específico o vacuna eficaz, la proliferación de la información y la falta de evidencia científica, influyeron en la práctica de la automedicación. Diversos medicamentos fueron investigados por los científicos para tratar la sintomatología ocasionada por el COVID-19. En la tabla 2 se pueden observar el listado de medicamentos investigados, se pueden observar los nombres, grupos, mecanismo de acción, fundamentos de las investigaciones realizadas y los comentarios con respecto a los resultados obtenidos de cada uno de los medicamentos mencionados en las investigaciones realizadas por diversos científicos de todo el mundo. 16 Tabla 2. Listado de medicamentos investigados para combatir el COVID-19. Medicamento Mecanismo de acción Evidencia de la utilidad Comentarios Referencias Cloroquina: Antipalúdico y modulador autoinmune. Bloquea la infección del SARS-CoV-2 al alcalinizar las endosomas, lo cual evita la fusión virus/membrana celular y el despojo de la cápside vírica. Además, inhibe los receptores celulares necesarios para que el virus penetre la célula. Estudios in vitro reportan actividad contra SARS CoV-2 en células Vero E6 infectadas. No hay evidencia clínica establecida. La FDA autorizó en abril el uso temporal de la cloroquina únicamente en pacientes hospitalizados o inscritos en ensayos clínicos. La FDA prohibió en junio el uso de la cloroquina como tratamiento o profilaxis de COVID 19. Hasta la fecha no se ha establecido la eficacia y seguridad de la cloroquina contra COVID-19. (Pimentel & Andersson, 2020); (Aminjafari et al., 2020). Dexametasona: Corticoesteroide Supresión de exuberante de la inflamación sistémica disfuncional. Su uso puede acelerar la resolución de la inflamación sistémica y pulmonar en pacientes con neumonía. No existe evidencia clínica de calidad para COVID-19. Las guías de tratamiento y manejo para pacientes con COVID-19 recomendaron el uso de corticoesteroides únicamente en el contexto de ensayos clínicos. La mortalidad en pacientes con enfermedad respiratoria critica disminuyo, pero no se observó beneficio en (Santos-López et al., 2021); (Oliva Marín, 2020) pacientes que no requerían oxigeno 17 con la infección en estado moderada. Favipiravir: Antiviral inhibe la actividad de la ARN polimerasa viral No existe evidencia clínica de calidad para COVID-19. Se observó poco efecto sobre la infección por SARS COV-2 en un modelo experimental de Hámster. El ministerio de salud de la federación rusa certifico temporalmente el Favipiravir como droga terapéutica contra COVID-19. (Santos-López et al., 2021) Heparina de bajo peso molecular (HBPM): Anticoagulante. Inhibe la vía del factor tisular. En pacientes con COVID-19 grave el uso de heparina puede evitar complicaciones por un estado de hipercoagulabili da d. Falta realización de ensayos controlados aleatorizados. Estudios realizados indican que el tratamiento con HBPM puede estar asociado a un mejor pronostico en aquellos pacientes con enfermedad grave que presentan coagulopatía. Sin embargo, su eficacia y seguridad no se ha establecido. (Oliva Marín, 2020) Hidroxicloroquin a: Antipalúdico y modulador autoinmune Dificulta la replicación de coronavirus al elevar el pH de endosomas tardías. Estudios in vitro reportan actividad contra SARS CoV-2. Se necesitan estudios adicionales. No existe evidencia clínica de calidad para COVID-19. La FDA autorizó el uso temporal de la hidroxicloroquina en pacientes hospitalizados o inscritos en ensayos clínicos y posteriormente prohibió su uso. Hasta la fecha no se ha establecido la eficacia y seguridad (Aminjafari et al., 2020) 18 de la cloroquina contra COVID-19. Ivermectina: Antiparasitario Inhibidor potencial de la proteína IMPα/β1 (se encuentra en el citoplasma de la célula huésped) que impide el acceso al núcleo de la célula huésped y evita así la replicación del virus. La información relacionada con el efecto de la ivermectina reside en estudios in vitro realizados. Hasta la fecha no hay evidencia razonable sobre la ivermectina como tratamiento contra el SARS-CoV 2. Se deben realizar ensayos clínicos para evaluar la eficacia y seguridad de la ivermectina. La OPS emitió una advertencia contra el uso de ivermectina contra COVID-19. (Kouznetsov, 2020) Lopinavir y ritonavir: Inhibidores de proteasa retroviral Inhibe la proteasa del virus de inmunodeficienc ia humana. Estudios in vitro reportan actividad del lopinavir contra SARS CoV-2 en células Vero E6. No hay evidencia clínica establecida La OMS manifestó que esta combinación podría brindar algún beneficio clínico ante COVID-19. (Santos-López et al., 2021) (García-Sali do, 2020); (Díaz et al., 2021) Remdesivir: Antiviral inhibe la ARN polimerasa dependiente de ARN viral. Estudios in vitro reportan actividad del Remdesivir contra SARS CoV-2. Es el antiviral de acción directa más prometedor en investigación para COVID-19. Datos preliminares de un ensayo realizado orientan que el fármaco acorta el tiempo de recuperación en algunos pacientes. La FDA autorizó el uso de emergencia del remdesivir en adultos y niños (García-Sali do, 2020) 19 hospitalizados por COVID-19 grave. Tocilizumab: anticuerpo de interleuquinas. Atenuar la acción de la interleuquina 6 (citocinas proinflamatorias ) en pacientes con COVID-19 grave. Estudios in vitro reportan que el anticuerpo puede interrumpir el síndrome de liberación de citocinas (SRC), en los pacientes graves con COVID-19. Las guías de tratamiento para COVID-19 afirman que hasta el momento no hay datos clínicos suficientes para recomendar, o descartar el uso de tocilizumab COVID 19 (Oliva Marín, 2020) (Santos-López et al., 2021) Fuente: Adaptado de (Pimentel & Andersson, 2020), (Aminjafari et al., 2020), (Santos-López et al., 2021),(Oliva Marín, 2020), (Kouznetsov, 2020), (García-Salido, 2020) y (Díaz et al., 2021). Además de los medicamentos investigados para el tratamiento del COVID-19 presentes en la tabla 2, en la actualidad hay otros tratamientos que están siendo investigados para determinarle su eficacia y seguridad mediante ensayos clínicos, pero la evidencia es menor o no están recogidos en los protocolos de manejo clínico. Por lo que no es posible recoger información sobre su uso (Nadal Lover & Cols Jiménez, 2021). Cabe resaltar que varios medicamentos como la hidroxicloroquina, la cloroquina, remdesivir fueron aprobados en un tiempo por la FDA y el Favipiravir por el Ministerio de Salud de la Federación Rusa, para tratar el COVID-19, posteriormente fueron retirados del mercado, debido a que se estaban presentando casos con efectos adversos en los pacientes y no se contaba con la evidencia científica y clínica que comprobara la eficacia y seguridad de los medicamentos. Sin embargo, en muchos países los factores mencionados anteriormente y los diferentes medios de comunicación como la televisión, la radio, los periódicos, las redes sociales, influyeron significativamente en la toma de decisión para el consumo de sustancias y medicamentos por voluntad propia (Oliva Marín, 2020). Entre las recomendaciones sin evidencia científica que se realizaron por los medios de comunicación se encuentra el uso de ivermectina, hidroxicloroquina y cloroquina 20 como prevención, la solución mineral milagrosa (MMS) de dióxido de cloro, la prednisona y la combinación de lopinavir con ritonavir como tratamiento sintomático, a pesar que los estudios realizados para estos medicamentos no permitían indicar que servían para tales fines (Tejada & Medina-neira, 2020). La ivermectina es un antiparasitario con propiedades antinflamatorias y antivirales (Bryant et al., 2021). Su uso es aprobado para el tratamiento de infecciones ocasionadas por algunos parásitos, pero no está aprobado por la FDA para tratar o prevenir la afección por COVID-19, ya que hasta la fecha no se cuenta con la evidencia suficiente para usar la ivermectina como una alternativa terapéutica (FDA, 2020). A pesar de esto, muchas personas se automedicaron con dicho medicamento. Con respecto a la hidroxicloroquina, estudio realizado con 20 pacientes en Francia publicado en la revista International Journal of Antimicrobial Agents, los primeros datos indicaron que en las personas infectadas con el virus el uso de azitromicina en combinación con hidroxicloroquina reducía la carga viral, (Garrido Galindo et al., 2020), sin embargo, después de varios estudios se encontró que la combinación de estos medicamentos puede ocasionar riesgo cardiovascular, prolongación del intervalo QTc y muerte súbita (Barja et al., 2020). Las recomendaciones actuales apoyan el uso de antibióticos únicamente en casos donde se diagnostique una infección bacteriana ya que estos medicamentos pueden ocasionar resistencia bacteriana o arritmias cardíacas si son mal utilizados, (Nadal Lover & Cols Jiménez, 2021), por lo que la OMS no recomienda el uso de estos medicamentos para prevenir o tratar el COVID-19 (Organización Panamericana de la Salud, 2021b). Además, un estudio de Gautret demostró disminución de la excreción viral usando cloroquina e hidroxicloroquina, sin determinar los posibles desenlaces clínicos en los pacientes, (Gautret et al., 2020) y la revista JAMA en su revisión sobre atención de pacientes críticos con COVID-19, concluyó que el uso de estos medicamentos no brinda el beneficio clínico deseado (Murthy et al., 2020), Sin embargo, algunos medios de comunicación recomendaron su uso para la prevención de la enfermedad (Tejada & Medina-neira, 2020). 21 Del mismo modo, diversos pacientes se automedicaron con un grupo de fármacos con propiedades analgésicas, antipiréticas y antinflamatorias como el paracetamol, ibuprofeno y ácido acetilsalicílico, entre otros, para tratar algunos síntomas ocasionados por la infección, con respecto a esto, la OMS y algunas autoridades no aconsejaron suspender los tratamientos con estos fármacos debido a la ausencia de agravamientos a causa de los mismos, hasta que se generen evidencias adicionales (Garrido Galindo et al., 2020). Por otra parte, la literatura recomienda un tratamiento sistemático durante tres a cinco días con corticoesteroides en pacientes con ciertas afecciones (con choque séptico, encefalitis, broncoespasmo o síndrome hemo fagocítico), sin embargo, algunos como la prednisona pueden aumentar el periodo de replicación del virus y según reportes de SARS y MERS no han demostrado mejorar la tasa de mortalidad en los pacientes con la enfermedad, por lo que se encuentra contraindicado en las infecciones leves o moderadas del virus (Garrido Galindo et al., 2020). Con respecto a la dexametasona, los resultados de un estudio realizado en el Reino Unido indican que el fármaco puede emplearse en pacientes graves y críticos, pero no en pacientes con síntomas leves o que no requieran oxigenoterapia, por lo que la OMS a partir de los datos científicos obtenidos de ensayos clínicos recomendaron que los corticoesteroides pueden ser administrados únicamente en pacientes graves o críticos y en aquellos que lleven un tratamiento con corticoesteroides independiente de la enfermedad con COVID-19 (Organización Mundial de la Salud, 2020d). Con respecto al lopinavir y ritonavir, los estudios realizados no cuentan con evidencia científica y clínica que demuestre la eficacia y seguridad de estos medicamentos en pacientes con COVID-19 (Corrao & Natoli, 2020), a pesar que los medios de comunicación lo recomendaran como tratamiento sintomático. El remdesivir, otro medicamento antiviral fue investigado, el estudio realizado por tal permitió demostrar que el 60% de los pacientes presentaron por lo menos un efecto adverso al suministrarle el medicamento. Los eventos adversos más comunes fueron diarrea, insuficiencia renal, hipotensión, función hepática anormal y erupciones cutáneas (Ferner & Aronson, 2020). En la tabla 3 se puede observar un 22 listado de medicamentos que se han automedicado por la población para tratar la enfermedad ocasionada por el SARS-CoV-2 (Oliva Marín, 2020), (Ibatá et al., 2020). En la tabla se puede observar el nombre, la función y los efectos secundarios o riesgos asociados a los principales medicamentos usados por la población de manera indiscriminada para prevenir, aliviar y tratar la sintomatología que detectaban ellos mismos sin que estos estuvieran aprobados para tales fines. Tabla 3. Listado de medicamentos usados de manera autónoma para combatir el COVID 19. Medicamento Función Efectos secundarios o riesgos asociados Referencias Paracetamol Posee propiedades analgésicas y antipiréticas. Alivia el dolor moderado, agudo y crónico. Vómitos, náuseas, somnolencia, dolor epigástrico, ictericia, anemia hemolítica, daño hepático, daño renal, erupciones cutáneas, neumonitis, neutropenia, leucopenia. (Sestili et al., 2020). Ibuprofeno Posee propiedades analgésicas, antiinflamatorias y antipiréticas. Náuseas, diarrea, cefalea, visión borrosa, mareos, retención de líquidos, edema, alteraciones oculares, ambliopía tóxica, pirosis, epigastralgias, trombocitopenia, erupciones cutáneas, constipación, obstrucción de vías respiratorias (pacientes asmáticos), insuficiencia cardiaca congestiva (pacientes con función cardiaca limite. (Garrido Galindo et al., 2020). Ácido acetilsalicílico Posee propiedades analgésicas, antiinflamatorias, antipiréticas y antitrombóticas. Insuficiencia hepática, insuficiencia renal, sangrados, dificultad respiratoria, urticaria, perdida de la audición, hematuria (orina con sangre). (Wilkomm, 2020) Azitromicina Antibiótico macrólido de amplio espectro (microorganismos gram positivos y gram negativos) Náuseas, diarrea intensa, vómitos, mareos, desmayos, dolor de cabeza, dolor de estómago, fiebre, enrojecimiento de la piel, urticaria, ictericia, angina de pecho, insuficiencia cardiaca, inflamación del rostro, lengua, labios, manos, pies, tobillos, orina oscura, debilidad muscular, (Oldenburg & Doan, 2020). 23 Dexametasona Corticosteroide utilizado en diversas afecciones por sus efectos antiinflamatorios e inmunosupresores. Debilidad muscular, hiperglucemia, inmunosupresión. (Tortosa et al., 2020) Prednisona Corticosteroide sistémico, usado por su efecto antiinflamatorio. Malestar estomacal, aumento de peso (con depósitos de grasa en la cara, abdomen y parte posterior del cuello), retención de líquidos (causa hinchazón en las piernas), cambios de humor, problemas de memoria, efectos psicológicos (confusión, delirio), hipertensión (presión arterial elevada, hiperglucemia, hipernatremia, glaucoma (presión elevada en los ojos), cataratas (nublamiento del cristalino en los ojos). (Organización Mundial de la Salud, 2020a) Hidroxicloroq uin a y cloroquina Poseen propiedades inmunomoduladoras y antipalúdicas. La hidroxicloroquina es un derivado de la cloroquina con una menor toxicidad. Dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarrea, hipoglucemia, daño retiniano irreversible, alteraciones neuropsiquiátricas, taquicardia ventricular, fibrilación ventricular, prolongación del intervalo QT y en peor instancia la muerte. (García-Salido, 2020), (Gupta et al., 2020) Ivermectina Posee propiedad antiparasitaria. Diarrea, Náuseas, vómitos, hipotensión (presión arterial baja), mareos, ataxia (problemas de equilibrio), reacciones alérgicas (picor y urticaria), convulsiones, estado de coma y en peor instancia la muerte por sobredosis. (Ibatá et al., 2020) Lopinavir y Ritonavir Inhibidores de proteasa retroviral Diarrea, Náuseas, vómitos, afección hepática, pancreatitis, hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia y alteraciones de la conducción cardiaca. (García-Salido, 2020), (Díaz et al., 2021), (Gupta et al., 2020). Remdesivir Posee propiedades antivirales. Anemia, hipotensión (presión arterial baja), aumento de transaminasas y daño renal. (García-Salido, 2020), (Díaz et al., 2021). Warfarina Posee propiedades anticoagulantes. Dolores de cabeza, dolores de estómago intensos, vómitos de sangre, tos con sangre, mareos, cambios en la visión, orina de color rojo o marrón, heces oscuras o con sangre, sangrado menstrual más intenso que el normal y moretones (se forman sin ninguna lesión). (Mayo clinic, 2021b). 24 Fuente: Adaptado de (Sestili et al., 2020), (Garrido Galindo et al., 2020), (Wilkomm, 2020), (Oldenburg & Doan, 2020), (Tortosa et al., 2020), (Organización Mundial de la Salud, 2020a), (García-Salido, 2020), (Gupta et al., 2020), (Ibatá et al., 2020) y (Mayo clinic, 2021b). Entre los medicamentos más consumidos durante la pandemia se encuentra el paracetamol, el grupo de los antibióticos como azitromicina, Ciprofloxacina. Con respecto a esto, en su debido momento, las autoridades científicas alertaron sobre el impacto del uso indiscriminado de dichas moléculas en la resistencia antimicrobiana. Se considera que estos medicamentos al ser mal utilizados por la población pueden ocasionar arritmias cardíacas como efectos secundarios. Por lo que la OMS, no recomienda la automedicación, particularmente con antibióticos, para prevenir o tratar el COVID-19. Además, la Asociación Colombiana de Infectología (ACIN) y el Ministerio de Salud y Protección Social emitieron comunicados desaconsejando el uso de cloroquina e hidroxicloroquina, los cuales estaban apalancados en estudios internacionales para combatir el COVID-19 (Organización Panamericana de la Salud, 2021b). Adicionalmente, se empezó a comercializar un producto conocido como solución mineral milagrosa, la cual está hecha con dióxido de cloro para prevenir o tratar el COVID-19. Este producto actualmente está prohibido debido a los efectos secundarios que se han presentado, entre los cuales se encuentran vómitos, diarrea, hipertensión, insuficiencia respiratoria, cambios en la actividad del corazón (Aldunate González & Encina Contreras, 2020). Igualmente, en una publicación reciente de una revista indican que un paciente al consumir este producto presentó insuficiencia renal aguda y coagulación intravascular diseminada. A demás han incrementado los casos de intoxicación, debido al uso de desinfectantes, como el dióxido de cloro, el cual se usa para blanquear y descontaminar superficies industriales. Debido a esto, diversas instituciones a nivel mundial, como la FDA, la OPS, el INS, EsSalud, entre otras, han alertado sobre el peligro que conlleva el consumo de esta solución mineral milagrosa (o soluciones similares que contengan dióxido de cloro), por vía oral en pacientes diagnosticados con COVID-19 (Gonzales & Vásquez-Velásquez, 2021). 25 Actualmente la automedicación es considerada como una situación grave de interés debido a la diversidad de problemas que se presentaron en los pacientes (Urrunaga Pastor et al., 2020). Entre las principales consecuencias por el uso de medicamentos para tratar la sintomatología por COVID-19 sin que estuvieran aprobados para tales fines se encuentra el aumento de redes de comercio ilegal de fármacos (Scidev, 2021), peligros de salud graves que conllevaron a la muerte (Kassie et al., 2018) y la aparición de efectos secundarios adversos (Jaiswal et al., 2020) que se observan en la tabla 3. Por otro lado, a pesar que a nivel global la automedicación es un problema de salud que precede varias décadas a la pandemia por COVID-19, las prevalencias oscilaban entre 32,4% a 81,5% (Scidev, 2021), hoy en día se puede considerar que aproximadamente el 99% de las personas que no recibían atención médica se automedicaron como resultado de la crisis sanitaria. En un estudio realizado por Miñan et al, en el año 2020, se determinó que los medicamentos más automedicados fueron el paracetamol, seguido la dexametasona, antibióticos, corticoesteroides y en menor grado la Warfarina (Miñan et al., 2020). Chávez y Ramos, en su estudio indican que el paracetamol y la ivermectina fueron los medicamentos más usados, seguido de azitromicina, AINES y prednisona (Chávez & Ramos, 2021). Quispe et al, informaron que también el paracetamol fue el medicamento más empleado por la población (Yousuf et al., 1980). Chávez et al, indican que los principales medicamentos usados por los adultos fueron paracetamol, ivermectina, azitromicina, AINES, prednisona, aspirina, amoxicilina, dexametasona, ceftriaxona y finalmente la enoxaparina (Chávez & Ramos, 2021). En un estudio realizado en pacientes con COVID-19 se encontró que todos consumieron vitamina C, antivirales, antipalúdicos y finalmente antibióticos. En un hospital, los pacientes ya se habían automedicado antes de ingresar al centro de salud, con antibióticos como azitromicina, amoxicilina, seguidos por ivermectina y 26 corticoides (Chávez & Ramos, 2021). En la figura 5 se muestra la prevalencia de automedicación en pacientes con COVID-19, según los resultados obtenidos en los diferentes estudios mencionados anteriormente. Figura 5. Prevalencia de medicamentos que se han automedicado durante la crisis global. Porcentaje de medicamentos 35 ) % ( e j a t n e c r o P 29.6 30 25 20.1 19.8 20 15.9 15 10 5.6 4.4 3.4 1.2 5 0 Medicamentos Fuente: En la figura se resumen los porcentajes de medicamentos consumidos de manera autónoma por la población, los cuales fueron tomados de diferentes fuentes bibliográficas (artículos científicos), se calculó el promedio de los valores, se determinó el porcentaje antes mencionados y posteriormente se graficaron. Elaboración propia. La mayoría de las personas se automedicaron con ivermectina y paracetamol, luego le siguieron azitromicina y antivirales, siendo el grupo de anticoagulantes los menos usados. Cabe aclarar que hasta el momento la FDA no ha autorizado algún medicamento como tratamiento terapéutico para combatir el COVID-19 debido a la necesidad de una mayor evidencia científica y clínica que compruebe la eficacia y seguridad de los medicamentos. 27 2.3 Educación Sanitaria como medida preventiva para minimizar la automedicación por COVID-19. Según la OMS la educación sanitaria está basada en inducir a la población a adoptar y mantener hábitos, costumbres y comportamientos de una vida sana, a tomar decisiones de manera individual o colectiva para mejoras de su estado de salud y del medio en el que habitan y también, a usar de manera razonable los servicios sanitarios puestos a su disposición (Takagaki, 1990). La educación sanitaria hace parte de la atención en salud (Ferrer Aguareles et al., 2015) y su objetivo principal es hacer de la salud un bien colectivo, mediante la formación de la población para que puedan contribuir en su salud participativa y responsablemente, cambiando ciertas conductas que son perjudiciales, consolidando a su vez aquellas conductas saludables y de esta forma, se promociona la salud y se previene de la enfermedad (De La Guardia Gutiérrez & Ruvalcaba Ledezma, 2020). Dicha formación se basa en proporcionar tanto a la población sana como a la población enferma conocimientos teóricos y prácticos relacionados con la salud y así fomentar el desarrollo de sus habilidades personales que conlleven a la salud individual (Feito Grande, 1996) y, a evitar el uso inadecuado de medicamentos. Además, la educación sanitaria busca conseguir lo siguiente: - Optimizar la comunicación entre los profesionales de salud, el Químico Farmacéutico y el paciente. - Prevenir posibles complicaciones agudas y crónicas de problemas de salud, - Brindar a la población información de calidad sobre los tratamientos farmacológicos y no farmacológicos principalmente, ya que en este caso de la pandemia por COVID-19 no existe tratamiento terapéutico, sino medidas de prevención. - Motivar y asegurar que la información brindada genere cambios de actitud, comportamientos y estilos de vida en el paciente y en la comunidad. 28 - Capacitar a las personas para que puedan participar en la toma de decisiones sobre la salud (Sánchez, 2006). Por lo mencionado anteriormente el Químico Farmacéutico como miembro del equipo de profesionales de la salud debe: - Participar en la detección de problemas sanitarios y aquellos que significan un riesgo para la población como la práctica de la automedicación. - Mantener informadas a las personas, para que puedan tomar buenas decisiones en cuanto a su salud. - Participar en campañas para la promoción de la salud, capacitando a la población para que adopten estilos de vida saludables, enfocado a aumentar los determinantes de salud (conjunto de factores personales, sociales, económicos y ambientales) (Organización Mundial de la Salud, 1998). - Participar en campañas de prevención de la enfermedad, capacitando a la población en el control de situaciones de riesgo que puedan llevar a la aparición de problemas de salud (Organización Panamericana de la Salud, 2008). - Promover el uso racional de medicamentos en la comunidad, teniendo en cuenta el nivel de conocimientos de la población, y sus actitudes. El conocimiento de los pacientes sobre las características concretas de los medicamentos que utilizan es un factor que puede afectar a la efectividad y la seguridad de los tratamientos farmacológicos (Gonzalo Ramos & Guillermo Olivares, 2014). Por otra parte, debido a la situación actual de la pandemia por COVID-19 que ha conllevado a la población a la práctica de la automedicación, se considera necesario aplicar estrategias de educación sanitaria para disminuir la automedicación en la población. Una de las principales estrategias para disminuir el uso indiscriminado de medicamentos de manera autónoma es emplear el buen uso de medicamentos en la atención primaria en los países en desarrollo trasmitiendo la información correcta, 29 supervisando los equipos de salud, educando a la población y además suministrando adecuadamente los medicamentos. También se pueden crear o formular directrices clínicas enfocadas en datos destinadas al monitoreo, capacitación y apoyo para tomar decisiones correctas relacionadas con el uso de fármacos. Otra estrategia hace referencia al fortalecimiento de los comités distritales y hospitalarios de medicamentos y tratamiento farmacológicos que apliquen compromisos para mejorar el uso de medicamentos y efectúen un seguimiento de sus efectos (Guzmán Guacho, 2019). Además, se puede incluir en los estudios en niveles educativos superiores de cursos de farmacoterapia fundamentados en problemas concretos como la oferta de información pública independiente y no sesgada de los fármacos, tanto para el personal sanitario como para la comunidad. Brindar información mediante charlas o capacitaciones a la población, para promover el uso racional de medicamentos, informar sobre las posibles consecuencias o efectos no deseados que pueden presentarse por el consumo de medicamentos de manera autónoma, y la importancia de seguir el tratamiento según la prescripción, para que de esta forma comprendan la importancia del uso de medicamentos de manera correcta y de cierta forma se influya en la toma de decisiones ante un problema de salud (Baos, 2000). De esta manera, la importancia de la atención farmacéutica (AF) aumenta debido a los desafíos de autocuidado que se van presentando con el tiempo. Una mayor participación de los profesionales de salud incluyendo a los Químicos Farmacéuticos en el cuidado personal implica una mayor responsabilidad y compromiso hacia la población. 30 3. CONCLUSIONES � A través de esta revisión detallada y actualizada de la literatura se puede concluir que durante la pandemia del COVID-19 se presentó un aumento de problemas de salud en los pacientes infectados, un aumento de tasas de mortalidad, y un incremento de desafíos para los sistemas de atención médica a nivel global. � Según la información obtenida de diferentes fuentes bibliográficas el COVID-19 afectó inicialmente a la población entre los 30 y 39 años de edad. Los adultos mayores con comorbilidades como diabetes mellitus, hipertensión arterial, entre otros, también se vieron afectados, y en menor instancia los niños menores de edad. � Los principales medicamentos consumidos de manera autónoma por la población durante la pandemia ocasionada por el COVID-19 se encuentran analgésicos como el Acetaminofén (Paracetamol), seguido por el antiparasitario llamado Ivermectina, del cual no se tiene evidencia respecto a su seguridad, además, su efectividad en pacientes con COVID-19 es muy escasa y no permite concluir que sirva para tratar dicha enfermedad, por lo que no es recomendable su uso masivo por fuera de ensayos y estudios clínicos aprobados hasta no obtener mejor evidencia que soporte sus resultados. La administración con corticoides para prevenir o iniciar el tratamiento agravó el cuadro de la enfermedad en algunos pacientes, ya que se aumentó el compromiso pulmonar e incluso conllevó a la muerte. Los anticoagulantes fueron los medicamentos menos automedicados por la población. � Finalmente, se hace necesario para superar esta situación, la Educación Sanitaria relacionada con el Uso Adecuado de los Medicamentos, los profesionales de la salud deben participar de manera responsable en la orientación a la población, brindando información imparcial, asegurando el autocuidado y no la automedicación. A su vez, se hace importante conocer y aplicar estrategias de afrontamiento, que sirven para evitar la automedicación en la población y de esta manera disminuir las consecuencias que conlleva la automedicación como los efectos negativos en la salud física y mental. 31 4. RECOMENDACIONES Dentro de una revisión como esta, la información plasmada no debe mal interpretarse como una recomendación para que la población se automedique, es decir, no se deben consumir los medicamentos mencionados pensando que ayudaran a prevenir o tratar la enfermedad, siempre debe buscarse la atención médica antes de administrar un medicamento y más aún en estos casos donde la enfermedad es nueva. A futuros estudiantes con interés en la temática se les recomienda la complementación de la información sobre las diferentes vías de transmisión del SARS-CoV-2, asimismo, se recomienda seguir haciendo una búsqueda exhaustiva sobre el tratamiento de la enfermedad, ya que en la actualidad se cuenta con evidencia limitada. Otra recomendación seria realizar actividades de educación sanitaria para evitar la automedicación en la población, y seguir formando a los profesionales de la salud, incluidos los farmacéuticos comunitarios y las regulaciones farmacéuticas sobre publicidad, a su vez, se recomienda proporcionar estrategias para el adecuado consumo de drogas y usar los medios de comunicación para brindar educación pública a la población con respecto al uso racional de medicamentos y los posibles riesgos que trae el consumo inadecuado de los mismos. 32 BIBLIOGRAFÍA Agamez, D. (2020). La atención farmacéutica: “un impacto para optimizar la calida de vida de los pacientes.” Composites Part A: Applied Science and Manufacturing, 68(1), 1–12. Aldunate González, M. F., & Encina Contreras, P. (2020). Efectos del uso de Dióxido de Cloro en COVID-19. Instituto de Salud Pública Ministerio de Salud Gobierno de Chile, 18, 1–7. Alejandre García, A., Pavón Romero, G. F., Carreto Binaghi, L. 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