La educación y la religión durante el liberalismo radical en el Bolívar grande (1870-1878)
Trabajo de grado - Pregrado
2013
Universidad de Cartagena
Se puede inferir, en general, por las fuentes mostradas, que la mentalidad religiosa pervivió en los radicales del Bolívar Grande. Dificil es desterrar una conciencia que se mostraba ambigua, como lo afirmó Germán
Colmenares, entre los planes de la modernidad secular que se suponía traer progresos a la nación colombiana, frente a una nación hondamente tradicional, que sentaba su diario vivir en los habitos religiosos dificiles de cambiar por un mero decreto, como el de 1870. Pero lo que aprecimos es que la religión, a
pesar de ser optativa en los cuadros currriculares, esta no reñía con el discurso pedagogico. Incluso, como vimos en las fuentes citadas, al inicio de cada clase se invocaba la bendición de Dios. Así las cosas, lo que apreciamos es que las coyunturas politicas que degeneraron en enfrentameintos bélicos conspiraron para seguir a un largo plazo la marcha educativa del liberalismo radical. Entre otras cosas, la promulgación del Decreto Organico de Instrucción pública no significaría una ravolución social, sino la busqueda de un ciudadano práctico, necesario para echar a andar los planes liberales del progreso de la nación. Es decir, se
pretendió popularizar la instrucción, desde los soldados acuartelados, la educación de la mujer, los niños, y hasta a los reclusos. Para esto se desplego una renovación en los conceptos pedagogicos anclados en el memorístico escolaticismo jesuita, para lo que se trajeron modernos pedagogos alemanes, como fue el caso para el Bolívar Grande de Julio Wallner. Asimismo, se levantaron Escuelas Normales, con toda la rigurosa
exigencia a los graduados como vimos, y con toda la consagración a la profesión de formar ciudadanos. Los maestos eran unos auténticos abates en que el aula era su templo, y sus alumnos los monjes que se iluminaban con el conocimiento racional, y que tenía entre sus asignaturas la moral y el compromiso con su comunidad. Además, no necesariamente las comunidades fueron reticentes a la Reforma educativa. En los examenes finales anuales, las localidades vivían como una fiesta pública que sus púpilos aventajasen en ilustración a otras comunidades, pues las rivalidades entre pueblos siempre se manutuvieron, y que bien que era en las competencias educativas. No obstante, las resistencias sí provendría desde la periferia campesina,
a donde la Reforma también pretendió ingresar, pero chocándose con un cuerpo social tradiconal, fundado en la diario vivir de la pesca y la agricultura, que la educación liberal no siginificaría mayor ventaja, más cuando los hijos eran los brazos que pescaban y cultivaban y a la escuela irían a perder el tiempo. Es más, un padre calcularía, que si su hijo va a una escuela precaria, a duras penas terminaría su estudio, mal que bien leyendo o escribiendo, lo que no de a mucho serviría tal vez para las faena cotidianas de un campesino y
que dificilmente podría arribar al Colegio del Estado, donde se formaría la clase dirigencial, formada usualmente por la clase pudiente. Es por esto que el proyecto educativo de 1870, solo se verá construido
desde lo más alto de la cuspide social, sin tener en cuenta las expectativas de la base, muy preocupadas por subsistir y que sus hijos no sirvieran de carne de cañón en los conflictos de los partidos de turno. La escuela usualmente era un “embeleco”, que era para censar población susceptible de gravar o reclutar para las guerras del federalismo. Los dirigentes conservadores también apreciaron esto, y por su sectarismo político
eran incapaces de aceptar a la escuela liberal, más que como una estrategia de los radicales para formar ciudadanos igualmente liberales y disputarles a los conservadores su clientela electoral. Así, finaliza Reforma en la “guerra de las escuelas” en 1876, que nosotros consideramos como un mero pretexto de los
conservadores para hacerse mediante las vías de hecho con el poder, argumentando el discurso de la imposición de una escuela atea, sin instrucción religiosa, formando niños rebeldes a la jerarquía católica y social. Así las cosas, demostramos que los maniqueísmos impuestos desde la historia tradicional de liberales ateos, tiene sus matices. Pues estos solo estaban imbuidos en las corrientes modernistas de separar Iglesia de Estado, más no era pretendiente del ateísmo, sino de los cañones de progreso importados del liberalismo ingles, es decir, de hacer, de educar un nuevo individuo laico, racional y que viviera su fé en su propio espacio
Tesis (Historia) -- Universidad de Cartagena. Facultad de Ciencias Humanas, 2013.
- Historia [521]
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