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Betín Vergara, Gustavo Adolfo | 1965
Antes de ocuparse el autor del tema del testamento, de su validez y en general de los requisitos indispensables que debe contemplar para que surta sus efectos en la vida jurídica, resulta imprescindible intentar al ganas breve consideraciones alrededor del derecho sucesoral, matriz del testamento. Entre nosotros el derecho de transmitir por causa de muerte es uno de los conceptos más arraigados y en nuestras costumbres, ideas que como ya lo han dicho muchas autores, vienen rodando de las legislaciones española conque tanto tiempo nos gobernaron. El derecho de suceder es uno de los pilares que sustentan el régimen legal de la propiedad. Y en su evolución a través de las ideas políticas que han predominado en nuestra sociedad, se ha caracterizado por el sentido estacionario de su organización, como consecuencia ineludible de conceptos de gobierno que se han distinguido por su inclinación aristocrática y tradicionalista. Por ellos hasta hace poco cuando se intentaron reformas que alarmaron por su atrevimiento, pero que no eran en realidad sino leves internos de modernismo. Las leyes se distinguían por su marcada inclinación a vincular la propiedad a la familia, que con el retorno sucesorio, las vinculaciones y las sustituciones fideicomisarias, impiden el fraccionamiento popular de la propiedad privada. Otras doctrinas modernas como el colectivismo y su forma más extrema, han auspiciado infortunadamente antes que las otras escuelas la facilidad de la adquisición de la propiedad, saliéndose de los viejos moldes. Y en este camino no faltan autores que vaticinen que el derecho sucesoral será seguramente anulado en el futuro, en la mayoría de los estados de débil formación y profundamente modificado en aquellos otros estados de rígida formación individualista, como Inglaterra y países semejantes.
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